J.M.+J.T.

Hermana Dinorah

La Habana, Cuba. 21 de Junio de 2013.

En el hermoso pueblecito de Camajuaní, en la provincia de Las Villas, el día 22 de Diciembre de 1933, vio la luz primera nuestra querida hermana María Dinorah.

Del hogar de sus buenos padres, Electa y Ofelio, nacieron otros seis hijos más: Ada, Elvira, Ofelia, Emma, Raúl y Humberto, siendo ella la más pequeña de sus hermanos.Nuestra hermana María Dinorah siempre que recordaba sus años de infancia y juventud lo hacía de un modo alegre y jovial, siempre los contaba como años felices en que sus hermanas mayores que ella, la mimaban y rodeaban de cariño.

Siendo muy pequeña, su familia se trasladó para La Habana. Ella contaba que vinieron a vivir muy cerca de nuestro monasterio y que, pequeñita, se acordaba muy bien de que sus hermanas la traían aquí.  Luego que se mudaron para la calle Hospital en Centro Habana, no volvió más por aquí, sino después de ya ser una joven madura en que comenzó a sentir el llamado de nuestro Señor para la vida religiosa en el Carmelo.

Cuando joven, ella frecuentaba la Parroquia del Carmen que siempre ha sido atendida por nuestros Padres Carmelitas.  Allí desempeñaba muy bien su misión de catequista y también pertenecía a lo que en aquel tiempo se llamaba la “Venerable Orden Tercera”,  que hoy es el Carmelo Seglar.

El día 13 de Mayo de 1965 entró en nuestro Carmelo toda feliz para entregarse a Nuestro Señor, siendo desde siempre muy puntual a los actos de comunidad y liturgia de las horas.

Eran “tiempos recios” ya que debido a la situación política del país, muchas de nuestras hermanas tuvieron que irse, muy a su pesar, a otros Carmelos en México y España, que les abrieron sus puertas generosamente.  Nuestra hermana les escribía cartitas invitándolas a regresar de nuevo a su Patria querida, como así lo hicieron algunas de las que partieron.

El 13 de Noviembre de aquel mismo año 1965, tomó el santo hábito. Toda feliz comenzó su etapa del Santo Noviciado hasta el 14 de noviembre de 1966, en que hizo, en la fiesta de todos los santos de la Orden, su Profesión de Votos temporales.

Ya, neo-profesa, siempre se esmeró en vivir la Regla,  Constituciones y todas las santas costumbres lo mejor que pudo.  Contaba que siempre se encontraba tentada de risa, cosa que trató de enmendarse, pues decía que temía que la fueran a echar por esta tentación.

Por fin, el 14 de Noviembre de 1969, hizo su Profesión Solemne pasando de lleno a vivir en Comunidad.  En el noviciado tuvo por connovicias a 2 hermanas que entraron después que ella y que la conocieron antes de entrar, en la Parroquia del Carmen.

Luego de estar de lleno en la vida de comunidad, la destinaron varias veces como enfermera, oficio que desempeñaba con  gran caridad.  Así mismo el de provisora y el de las hostias, pero el que más le gustaba hacer era el de gallinera; gozaba atendiendo a los animalitos. De hecho, la caída que se dio mes y medio antes de su muerte fue desempeñando ese oficio.

También le gustaba el oficio de tejedora, aprendió a tejer a máquina aquí en el monasterio, y cuando tenía una oportunidad en medio de sus múltiples ocupaciones, se iba a tejer para tener después algún regalito que ofrecer a nuestra Madre para algún niñito pobre.

Era muy caritativa con los obreros que entraban a trabajar y cuando llegaban las Navidades, elaboraba turrones con anticipación para regalarlos, aún a pesar de sus enfermedades y achaques, que eran muchos, para obsequiar a los empleados que atendían las oficinas de fuera del monasterio y a las cuales debíamos acudir para que nos atendieran en las diversas necesidades.  Siempre acompañaba esos turrones con una tarjeta navideña que les transmitiera un mensaje.

Fue Priora de la Comunidad por un trienio y también estuvo algún tiempo como maestra de las Novicias.

Era muy puntual y exigente consigo misma y a la vez era muy exigente con todas las hermanas, le gustaba exigir que el trabajo se hiciera bien, pues tenía un carácter muy fuerte, emprendedor y con una fuerza de voluntad muy grande.

El día 24 de Abril de este año 2013, sufrió una caída atendiendo el gallinero, es llevada de inmediato al Hospital Ortopédico donde la intervinieron quirúrgicamente el 26 de Abril, pues se fracturó la cadera.  De esta operación, gracias a Dios, salió bastante bien, pero no podía caminar hasta que pasaran tres meses de recuperación.  Nuestra Madre María de la Santa Faz habló con ella para ver si deseaba ir a recuperarse al Hospital Paula que es atendido por nuestras hermanas Carmelitas Misioneras, a lo que accedió, pues sabía que nosotras no íbamos a poder movilizarla en el delicado estado en que se encontraba.

Las Carmelitas Misioneras la atendieron exquisitamente, pues se encontraba con todas las comodidades que exigía su estado de salud.  Debido a la caída, a los pocos días de estar allí, comenzó a sentirse mal de una hernia de la cual padecía hacía años.  Así que se le trasladó rápidamente al Hospital de Emergencias donde se le practicaron diversos exámenes para regresar de nuevo al Hospital Paula.

En vista de que no mejoraba, se le trasladó al Hospital Fajardo donde la ingresan y operan de nuevo el 21 de Mayo de dicha hernia.  Allí permanece en un estado de mejorías y agravamientos y de nuevo le practican de gravedad otra operación en el vientre.   Después de esta última operación no salió más de cuidados intensivos, allí permaneció muy grave hasta que entregó su Espíritu a Nuestro Señor en la madrugada del  7 de Junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Hay que destacar y agradecer muy de corazón a nuestras queridas hermanas Carmelitas Misioneras, que en todo momento estuvieron junto a nosotras como verdadera familia. A la Dra. Juanita Velázquez, que en todo momento estuvo a su lado; a los enfermeros Lidia y Maikel, que estuvieron siempre muy pendientes de ella, y a tantas personas buenas y generosas que estuvieron junto a nosotras en todos esos dolorosos momentos.

Esa misma madrugada, nuestra Madre y la hermana Andrea, fueron inmediatamente para el hospital y allí estuvieron hasta que trajeron su cuerpo para velarla aquí con nosotras y tantas personas buenas que nos acompañaron. Nuestros Padres Carmelitas, tan cercanos como siempre, nos confortaron espiritualmente; en vida de la hermana le administraron la unción de los enfermos en varias oportunidades y luego estuvieron todos en la Misa de Exequias  con varios Sacerdotes más que nos acompañaron.   Presidió la Misa de cuerpo presente N.P. Fco. Javier Mena, Vicario del Caribe.  A continuación se procedió al entierro, acompañándonos muchas personas cercanas a la comunidad hasta el Cementerio de la Ciudad no lejos del Monasterio.

Ella no pudo alcanzar en esta vida el  poder conocer a nuestras muy queridas hermanas de la Federación de México que nos han venido a ayudar de un modo sustancial y eficaz; pero estamos seguras de que desde el cielo intercederá ante nuestro Señor para que este proyecto sea una realidad positiva que dé mucha gloria a Dios y produzca mucho bien en las almas.

Descanse en paz, querida hermana Dinorah”.

Querida Dinorah: vivirás eternamente en el recuerdo de todos los que tuvimos el privilegio de tu amistad.

Félix José Hernández.